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Febrero 2013
Edición No. 288
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“Nuevo oxígeno”

Arcelia Ayup Silveti.

Durante mi juventud, en mi casa materna teníamos la consigna de ser muy cuidadosos con el uso de servicio telefónico fijo, ya que si nos excedíamos del presupuesto, nos lo cortaban en el mes siguiente. Representaba un servicio de comunicación muy útil, en especial para acercar a familiares y amigos residentes de otras ciudades y países.

Era frecuente hacer bromas telefónicas sin temor a ser descubiertos, pues no había manera de que el interlocutor supiera dónde se generaba la llamada. Algunos años después, mientras residí en el Distrito Federal viví el surgimiento de los teléfonos celulares, unos verdaderos ladrillos, pesados, poco estéticos, con baja señal, frecuencia limitada y alto costo. Los diseñados para auto eran todavía más toscos, pero daban cierto estatus.

Otro avance de la tecnología se suscitó a principios de los noventa. Escuché por primera vez a un amigo colombiano sobre internet. La definía como una maravillosa herramienta con la cual por una tarifa fija, desde tu computadora accedes a información infinita, te comunicas con gente de todo el mundo, además es ilimitado tanto consultas como manejo de tus cuentas electrónicas. Sonaba mágico.

El Skype aparece en el 2003. Con dicho software se envía notas de texto y se realizan llamadas telefónicas a cualquier parte del mundo, además es posible mandar vídeos con el soporte de internet. La aplicación se descarga de manera gratuita desde el sitio web oficial y de inmediato los usuarios pueden gozar de sus beneficios sin ningún cargo.

En el 2005 visité unas amigas que radicaban en España. Me contaron entonces la importancia del uso del celular y de cómo desplazaba a los teléfonos fijos. Ese fenómeno tardó algunos años en suscitarse en nuestro país. Ahora ya es común sólo comunicarse a los celulares, de hecho es extraño que tengamos el número telefónico de la casa de nuestros amigos.

Puedo contar con los dedos de una mano las personas que hablan a mi casa, descartando las enfadosas encuestas, promociones y llamadas equivocadas. Los jóvenes ahora no usan el teléfono fijo, muchas veces ni se saben el número y no les agrada contestar, quizá les parezca lejano y fuera de moda. He visto que los adolescentes hablan desde su celular o mandan mensaje con otros miembros de la familia que se encuentran en la misma casa.

En su momento fue la vanguardia el Messenger, con él nos sentíamos entes de primer mundo al intercambiar información de manera inmediata con nuestros amigos que estaban en otra ciudad o país. Hace días escuché la noticia que después de 13 años de ofrecer este servicio el Messenger dejará de existir en marzo próximo.

Años más tarde surge el Facebook, como un sitio para estudiantes de la Universidad de Harvard, pero en breve se abre el servicio para cualquier usuario con una dirección electrónica. En octubre del año pasado Facebook llegó a mil millones de usufructuarios, la mayoría son de Brasil, India, Indonesia, México y Estados Unidos. En el 2006 surge el Twitter como un servicio de microblogging que permite enviar mensajes de texto llamados tuits. Los usuarios pueden “seguir” a los tuits de otros. Twitter ha ganado popularidad mundialmente y se estima que tiene más de 200 millones de usuarios, maneja más de 800 mil solicitudes de búsqueda diarias y genera 65 millones de tuits diarios.

Lo cierto es que el celular se ha convertido en una de las nuevas esclavitudes de la humanidad, sino piensa si tienes capacidad de salir sin él. Por cierto, blackberry es alusivo a la cadena y grillete con una pesada bola de fierro que portaban los reos en las cárceles norteamericanas para evitar que huyeran.

Los nuevos móviles han sustituido a las computadoras personales, ya que puedes revisar tus cuentas electrónicas y contestar de inmediato. Este “nuevo oxígeno” de gran parte de la población te enlaza al exterior, tales como el WhatsApp y Viber entre otros, con los cuales nos mantienen en contacto con familiares y amigos de manera inmediata y gratuita, de la misma forma que aleja a las personas que tenemos al lado. Seguro te ha pasado o has visto personas en una mesa con su mundito aparte cada uno, al pendiente del celular y desatendiendo a sus amigos. ¿Tú vives pegado a este “nuevo oxígeno” o convives realmente con quien estás físicamente?


 
 
 
biznagaas@hotmail.com
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
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